lunes, 1 de abril de 2013

Tercer capitulo : Mecha 2- 8


No. No nos quedamos a desayunar. Yo misma insistí en salir lo mas temprano posible así podíamos dejar la camioneta en la costanera sin ser vistos. Y de paso cañazo, nos dábamos un lindo paseo por la orillita del Llanquihue. Unas horitas nada más, hasta que se hiciera el horario de visita en la Clínica Alemana donde estaba internada Doña Angela, mi lela.
Llegó el horario de visita y allá nos fuimos. Me sentía toda floja y por momentos todo se hacia un manchón negro. Necesitaba algo de azúcar urgente o me iba a desmayar.
Nos acercamos a la mesa de recepción y antes que pudiéramos preguntar nada oigo que alguien me llama.
─ Cht, cht!,Mechi!
Me doy vuelta y me encuentro con mi tía Leticia que justo pasaba por recepción con un humeante café en la mano.
─ tía Leti que suerte que la encuentro, traté de llamarle a su casa y no me contestaba nadie y el celular de mamá tampoco funciona…
Cruzamos un par de besos.
─  es que no nos movimos de aquí mijita, a tu abuela le están haciendo estudios desde temprano y para colmo mal! no uno sino dos radiólogos le hicieron como siete placas a la pobre haciéndole gritar como una condenada y pa nada! Porque ahora viene uno de ellos y dice que la viejecita se movió y que no se ve. Que cree el bruto ese? que le vamos a dejar pasar por todo ese sufrimiento otra vez, nooo está muy equivocado! Pero yo no entiendo que es lo que pasa son todos idiotas los radiólogos acaso─ se desahogaba la tía.
 ─ tía no diga eso que el es radiólogo también, le presento a mi novio Nahuel─ no quise apenarla pero no me dejó presentarlo antes, hablaba como un loro. 
─  ay! Yo y mi bocaza, seguro que tú eres un buen radiólogo pero estos dos me sacaron de quicio, perdóname.    
─  no pasa nada, igual no soy radiólogo todavía─ le decía el tentado de la risa
─  me voy a buscarte un café─ se escapaba después guiñándome un ojo.
─  por allá a la derecha después del segundo pasillo─ le indicaba ella.
Giró levemente a mitad del pasillo, señalo hacia donde ella le indicara y siguió caminando como todo un modelo, sabiéndose observado de seguro. Fanfarrón!
─ ¿que lindo ese muchacho niña de donde lo sacaste?─ preguntó la tía sin poder contenerse un minuto mas.
─ Un ex alumno mío de la facultad, que tal?─ fanfarroneaba un poquito yo también.
─ Ay! ¿Y se puede dar clases cuando te están mirando con esos ojos?─ dio en el clavo la tía y eso que apenas lo había visto una vez.
─ Es que mi morocho es un mapuche y ellos suelen tener ese colorcito así como un marroncito amarillento clarito, clarito, como la miel…y si costaba bastante mirarlo y no derretirse con esos ojos─ decía yo rogando que fuera explicación suficiente para ese color tan peculiar.
─ El mismo color que tenía tu abuelo, no creo que te acuerdes, tu eras una huahuita que apenas caminaba cuando el falleció. El era un indio huiliche con ese porte de guerrero igual que tu Nahuel.
─ Un huiliche!─ repetí sorprendida. Quien hubiera creído.
─ bueno!─ resoplaba mamá como volviendo de una batalla─ hola hija.
chuik, chuik…dos besos uno en cada mejilla y continuó─ le repitieron una sola de las placas ¡ni falta que hacia otra! pero igual me quedé ahí plantada como una estatua; delante mío no se iban a animar hacer las cosas mal; total no me voy a morir por un poco de radiación, no es cierto?
─ no, no─ le hacia yo negando hasta con la cola de caballo.
─ Y en un par de horas la operan, así que todavía estas a tiempo de verla antes que la seden para llevarla a quirófano─ y lo hizo otra vez hablando con ese tonito como si todo me importara un bledo.
─ Cuidado que está caliente, no quedaban mas vasos de tergopol…agarralo de arriba─ me pasaba Nahuel mi café
─ Hola, tu debes ser Nahuel, no?
─ Así es y usted es su mamá…tienen la misma naricita─ tramposo, con que poco creía que iba a comprar a su suegra, pero funcionó.
─ Gracias─ le sonrió ella─ por este mismo pasillo la última puerta a la derecha ahí está el arrea de internación, le avisan a la enfermera y pasan─ ja! Menuda explicación y esa sonrisita, hasta envidia me dio. Y ni siquiera se dirigió a mi, todo el tiempo a el. ¿Qué el parecía mejor hijo que yo?
─ Vamos, dale. Dejá tranquila a tu mamá─ me susurraba al oído
─ Bueno, ma─ mi dearest decía yo por dentro─ nos vamos a verla, en un rato nos vemos.
Asintió sin prestarme mucha atención y se sentó a charlar con su hermana.
─ que! vos también te llevas mal con tu papá─ lo acusaba yo viéndolo sacudirse con una risita burlona.
─ Sos terrible! Mamí dearest, esa película es horrible, no puede ser tan mala
─Bueno cuando la conozcas mejor después me decís─ le repliqué
    ─Mala!
─ Metiché!
─ ¿Queres entrar sola?─ ofrecía el cediendo el paso
─ No, dale vení conmigo─ pucherée  un poco y se le pasó.

La enfermera nos llevó por entre los pasillos de maternidad dobló al otro lado y señaló la tercera puerta. La tele estaba encendida pero ella descansaba placidamente mirando al otro lado de la ventana los largos y afilados cirros garabateando con su grafito el azul del cielo cargado de pajaritos juguetones que piaban alegremente.
Yo me senté junto a ella y Nahuel se fue directamente hacia la ventana a mirar el cielo igual que lo hacia ella.
El leve contacto de mi mano con la suave seda de la suya la despertó de su ensueño, sobresaltándose un poco. Me miró sin verme y giró nuevamente hacia la ventana.
─ ¿mijito podrías cerrar un poco la persiana?
Nahuel me miró con esa cara de quien intuye que va a romper algo si lo toca pero de todos modos tomó las cuerditas en sus manos y lentamente fueron bajando las cintas de la persiana velando la luz en escalones de polvillo volátil oculto en el aire.
─ abuela, soy yo Mercedes, como esta hoy mi lela como se siente─ la llamaba yo para que me viera junto a ella.
─ Merceditas…pero como as crecido mijita─ por suerte ella era la única que podía llamarme así.
Intentó moverse y le dolió. Quejándose con un llantito ahogado que pronto acalló con algunas maldiciones roncas y volvió a sonreír logrando colocar su otra mano sobre la mía. Me miró por un momento estudiando mi expresión y después preguntó:
─ todos se enojaron conmigo porque quise ir de paseo ¿tu también estas enojada conmigo? Yo solo quería ir a Santiago a ver a mis hijas…
─ no, abuela yo no estoy enojada contigo y ellos tampoco...es que están preocupados por ti viejita. Mira como te lastimaste la cadera por tu picardía.
─ Ellos me tienen encerrada─ susurraba ella y yo negaba sin creerle una palabra
─ Pero si te estoy diciendo la verdad, no me dejan ir a ninguna parte─ insistía
─ Ay! Abuela─ era inútil intentar persuadirla de lo contrario. Si su cabecita confusa creía que era así, entonces lo era. Ahora faltaba que me pregunte en que grado estoy y por Boby mi perro pastor ingles de cuando era niña y ya estamos completos, pensé.
Nahuel dejó la ventana y se quedó parado muy sonriente a los pies de la cama.
Ella parpadeó un par de veces e intentó izarse un poco volviendo a recibir el recordatorio de una punzada.
─ quédese quietita abuela que se va a lastimar peor de lo que está─ la regañe
─ acércate un poco para que pueda verte─ le decía a Nahuel siguiendo con sus ojos chiquititos cada paso que el daba.
─ Abuela el es..
─ Nahuel…mis ojos no me engañaban…¿eres tu no es cierto?
El me dedicó una sonrisa complaciente y confusa a la vez sin entender igual que yo como fue que adivinó su nombre ella.
─ como anda doña Angela, me contó un pajarito que la trataron muy mal los radiólogos esta mañana─ le decía el guiñándome un ojo.
─ Wendy Moira Angela Mac Dougal para ti. I´m Miss Mac Dougal don´t you remember me? Soy yo, la hija del agrónomo irlandés─ insistía ella.
Nahuel se quedó paralizado parpadeando sin pronunciar palabra.
─ el no se acuerda pero yo solía leer historias de indios y piratas de nuestro amigo Barrie para ellos. En esa época había muchos niños en la estancia, hijos de capataces, maestranza, hacheros y tantos más que su padre había contratado para hacer realidad el sueño de la niña Ana. Ella quería un huerto de frutos rojos de muchas variedades. Arandanos, cerezos, moras, mirtos y frambuesos nada podía faltar…ah! Que lindo era ver esas largas hileras de frágiles arbolitos balanceándose con el viento. Hoy deben estar hermosos, como me gustaría verlos- los recuerdos que me contaba parecían tan vividos para ella que no cabía duda que fueran ciertos.
─ Yo sabía que no habías muerto, tú volviste a devolverme mi libro… Que culpable me sentí esa tarde cuando encontraron al niño de los Linz muerto en la picada. Yo debí detenerlos, no tendría que haberte dejado seguirle hasta el volcán.  Ooh! Como te enojaste cuando me quitó el libro, es niño malcriado que llegaba a la estancia con su caballo blanco para ver a la niña Ana. Como odiaba el nuestras lecturas, siempre molestando y prometiendo arrojarlo en una grieta del volcán. Y al final lo hizo…dijeron que un puma les había atacado, pero yo no les creí.- decía ella extendiendo lentamente su mano hacia el.
─ tenías razón tú eras el verdadero Peter Pan, el niño que se negaba a crecer…estás tan joven como la última vez que te vi…y mira me a mi…yo ya estoy vieja y no se si vaya a despertarme mañana ¿Por eso viniste, no es cierto? ─ continuó ella
Nahuel dio un paso atrás y luego otro con los ojos vidriosos mirándola fijamente con los puños cerrados y de pronto giró hacia la puerta para marcharse.
─ Nahuel! ─ lo llamé y el se detuvo.
─ Ah! Ahora entiendo, volviste a entrar por la misma ventana Peter, ella te quiere también─ le dijo ella mirándonos a los dos.
─ Adiós Angela─ le dijo─ lo siento mucho no puedo hacerlo─ me dijo y volteó nuevamente para cruzar la puerta.
─ Never say goodbye. Because saying goodbye means going away and going away means forgetting─ recitó ella
El cruzó la puerta y se fue.
─ no dejes que se vaya ve a buscarlo niña─ me empujaba ella para que lo siguiera.
Yo estaba atontada no sabía que pensar, que había pasado allí. ¿Entendí bien? ¿cuántos años tenía él en realidad?¿cuánto más había que yo no sabía?
 De pronto nada importaba y corrí tras el.
Crucé el primer pasillo y ya no estaba. Una enfermera me gritó y baje la marcha, miré a un lado y a otro y nada. ¿por donde se salía de allí? Volví por maternidad y crucé la mesita de internación sin dar con el por ninguna parte. Salí fuera de la clínica y tampoco. Caminé media cuadra y ahí estaba un Falcon verde, llevaba patente argentina así que debía de ser el mismo ¿cuantos igual que ese podía haber?
Dentro del auto había alguien sentado que no llegaba a ver quien era. Caminé hacia el decidida a volver con quien fuera a la estancia o donde el estuviera. Yo necesitaba hablarle. No me importaba si era Ignacio o su padre el que me llevara.
Me acerque a la ventanilla y golpee el cristal polarizado.
El cristal bajo de forma pausada, atascándose de a momentos hasta que el pudo asomarse medio inclinado sobre el asiento del acompañante.
─ Nahuel me pidió que te llevara hasta la estancia─ dijo ─ ¿que pasó discutieron?
─ No para nada! no se que le pasó, solamente se fue─  respondí yo sentándome junto a el, entendiendo mucho menos que antes.
─ Eso me imaginé. Bueno, entonces esta todo dicho.
Acarició pensativo el volante encuerado y buscó a tientas la llave con pata de conejo que pendía del tambor sin quitar la vista del edificio sobre la Otto Bader.
Giró la llave y arrancó con un sonido sordo y rugiente que me hizo estremecer.
─ te llevo.
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Que pasará con Mecha? léanlo en el próximo capitulo ;)

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