viernes, 8 de febrero de 2013

Tercer Capitulo : Mecha 2 - 2


Lo estaba distrayendo demasiado, me sentí culpable por el rayón. ¿Que dirá Marianela cuando lo vea? ¿Será grave o será algo insignificante apenas notorio mirando de cerca? Pensaba yo ya muy quietecita en mi asiento.
Cuando llegamos a Retiro, lo primero que hicimos fue pararnos a un costado del auto y ver que tan grave había sido el daño. Me quedé callada, el también. Lo miramos un rato, yo esperaba el griterío y el reto pero nunca llegó. Respiró profundo, me rodeó con el brazo y me dijo con cara de travieso.
─ no fue tan grave, no puede chillar por eso, no?
Era un lindo rayón, me dije para mis adentros mientras nos alejábamos del auto.
─ supongo que no─ respondí mordiéndome el labio.
Y ahora que la nombraba me entró la curiosidad.
─ ella es tu hermana menor, no?
─ Mmmm, como responder eso sin mentir─ meditó el un momento decidiendo que decir─ digamos que es la menor de mis hermanas..
─ se ve tan chiquitita, ¿cuántos años tiene?
─ ¿no sabías que no es correcto preguntar la edad de una mujer?─ me reprendió.
Iba a objetar algo pero no me dejó.
─ además siempre está mintiendo su edad y hasta yo me equivoque una vez al decirlo.─ comentó el deteniéndose─ ¿preguntamos por tus pasajes?
Estábamos parados justo frente a la ventanilla de Andesmar.
Ahí no le quedaban pasajes para ese fin de semana, lo mismo que Crucero del norte, Chevalier y el Rápido o plaza, el último que quedaba era Via Bariloche que era el que yo siempre elegía. Llegaba a Bariloche y de allí salía en un Tas Choapa que me llevaba hasta el Osorno desde donde alguna de mis tías pasaba por mí para llevarme a casa de la abuela. Pero esa vez me fallaron, llegamos a la ventanilla, le pedí un pasaje para los próximos dos días y antes que pudiera terminar el empleado ya negaba con la cabeza sin siguiera consultar en la computadora.
─ por favor fíjese bien, solo un pasaje le pido, para cualquier horario─ mi voz sonaba desesperada, a punto de quebrarse.
Negó nuevamente y se ubicó frente a una de las maquinas tecleando rápidamente, mientras que su rostro se iluminaba con diferentes tonalidades del brillo de la pantalla que centelleaba frente a el. Esperé con impaciencia sin perderme un solo movimiento de sus dedos, deseando poder ver lo que el leía, deseando que encontrara algún pasaje perdido, preguntándome ¿porque era tan difícil, ni siquiera eran vacaciones de invierno todavía?   
─ no señorita disculpe, no nos quedan pasajes para esta semana, para la próxima todavía quedan algunos si quiere─ ofreció el empleado al terminar su búsqueda.
─ No, gracias, tenía que ser esta semana. Gracias por buscar igual─ le respondí con desaliento.
  No podía pagar un boleto de avión y lo último que quería era que Nahuel se viera obligado a un viaje tan largo que no había planeado, arrastrarlo conmigo, era un abuso.
─ está decidido entonces─ dijo él, loco de contento─ mañana por la tarde armamos las valijas y si todo sale bien el domingo estamos en la estancia con mis hermanas, las conoces y después nos vamos a ver a tu abuela. Que tal… suena bien, no?
Como negarme a un ofrecimiento como ese. Conocer a su familia era tentador.
Se quedo esperando mi respuesta con los ojos bien grandes, anticipándose a un si.
Asentí cerrando los ojos, un poco avergonzada y otro poco abrumada.
Veinte minutos después estábamos sentados en El Árbol un diminuto café bar que descubrimos una vez esperando ingresar a la feria del libro. Las mini tartas tricolor exhibidas en la vitrina prometían ser deliciosas pero otro comensal ordenó una ensalada Cesar que se veía realmente tentadora, dejándome indecisa entre las dos opciones. Cuando llegó la moza Nahuel decidió por mi, el pidió la Cesar y yo opte por la de espinaca, calabaza y ricota. Minutos mas tarde los tenedores se cruzaban sobre nuestros platos compartiendo  todo cuanto pedimos.
La tardecita estaba hermosa y el Rosedal estaba tan cerca que era una pena no dar un paseo por sus vereditas. Cuadras y cuadras de rosales nos hicieron pensar en Puerto Varas, la ciudad de las rosas y los volcanes que en pocos días volveríamos a ver.
─ los rosales de Teresa mi hermana son tan hermosos como estos, lo que comenzó siendo una plantita a cada lado del camino con los años se transformo en dos caminos de rosales que inundan el frente de la casa con su aroma─ se sonrío pensativo mirando las plantas─ Ana la mayor, dice que Teresa tiene dedo verde, yuyo que planta yuyo que florece como si fuera la mas hermosa de las orquídeas, suerte que la estancia es grande sino Ana le hubiera cortado los dedos.
─ Es brava la mayor─ señalé yo queriendo saber un poco mas de ellas
─ No tanto, es que ser la patrona de la estancia no es cosa fácil, esta todo el día de a caballo, lidiando siempre con los peones, las cosechas de frutos rojos y los dulces de la fabrica...pero yo se que bajo esa cáscara dura hay una chica tan tierna como Teresa.
─ ¿Se llevan muchos años entre si?─ pregunté indirectamente procurando sonsacarle sus edades.
─ Ahí vamos nuevamente con la edad─ se quejo divirtiéndose con mi insistencia─ si unos cuantos─ admitió al final
─ Hagamos una cosa te voy a llevar a un lugar a tomar un café y vos solita podes deducir cuantos años crees que tiene la menor, sí?
─ Mmmm que rico, un cafecito, ya estoy saboreando el aroma─ dije yo aceptando su propuesta.
Volvimos a meternos en el centro y me llevó a café Los Inmortales.
 Las paredes estaban llenas de recuerdos, personajes de blanco y negro protagonistas de una época tanguera, actrices y cantantes, músicos y políticos todos estaban ahí pero no veía la relación con una chica veinte añera como me parecía Marianela. Hasta que sorbiendo la espumita del más rico café la vi, tenía que ser ella, era igual a ella.
En el centro de la fotografía Bergara Leuman  parado frente a las mesas de este mismo café posaba rodeado de cuatro señoritas que parecían bailarinas de tango de su programa y entre ellas Marianela, otro señor que no reconocí y un jovencito que creo era Marcelito Fernandez.
─   ¿Es ese Marcelito Fernandez?─  pregunté intrigada.
El asintió mirando la foto
─  y esa es Marianela.
─ huauu!─ dije yo impresionada─ pero el Marcelito de ahí ahora es un señor de unos cuarenta, treinta y cinco años mas o menos, me equivoco?
─ No. Acertaste. Se la ve joven no es cierto, ella dice que va a ser siempre como Nacha, atemporal y hermosa─ se burló el─ no tiene abuela la pobre...pero es bonita, no?
─ Si, es preciosa. ¿Como hace?
─ Una buena dieta y los milagros de la cosmética diría Nacha, pero no te creas todo lo que dicen por ahí…algún otro secretito tienen, creeme.
─ Si, debe haber algo mas─ admití pensativa volviendo a ver la fotografía.
 Nahuel ya comía su chocolate con un diminuto Gardel sonriéndome desde el papel del envoltorio. Movida por un impulso inconsciente mi mano ascendió a cubrir el final de mis ojos alisando las arruguitas que se empeñaban en aparecer tanto ahí como en la frente.
─ ah, no! Ni siquiera se te ocurra pensarlo, ahí no hay ninguna arruga─ espetó el intuyendo o leyendo mis pensamientos.
Le sonreí con tibieza no muy convencida de aquello, yo sabía bien que estaban ahí, como las ojeras y un par de canas verdes producto de mis años en medicina…UBA te va matando de a poco pero es un vicio difícil de dejar. Una se vuelve un poco masoquista tras los logros, el resultado final lo vale. En esos días solo esperaba poder llegar a verlo.
─ ejm!─ carraspeo un nenito parado junto a nuestra mesa.
 Tenía la cara un poco sucia, la mirada astuta y apenas asomaban los brazos por debajo de los pliegues de la manga de un buzo cinco talles mas grandes de lo que el necesitaba. En la mano unas ocho rosas enroscadas cada una en un celofán rojo.
─ esta rosa se la envía el caballero de aquella mesa─ indicó el con su dedito hacia una mesa mucho mas adelante en el local. La mesa estaba vacía.
─ Estaba ahí!─ aseguró el chico mas sorprendido que nosotros, sus ojos buscaban en todas direcciones─ ahí esta!, ese que va allá el de la galera.
Se limpió la nariz con la manga y apuntó hacia la salida.
 Era un hombre de traje gris con solapas oscuras levantadas sobre el cuello y curiosa cola de pingüino, un poco anticuado pensé. Saludó hacia nosotros en una leve inclinación sujetando el ala de su galera de copa envuelto en la claridad de la calle que dejaba todo en un contraluz donde era imposible distinguir su rostro.
 Cambió de guante su bastón y antes que Nahuel se pusiera de pie abandonó la cafetería.
No me gustó nada la similitud que tenía con lo ocurrido en el corso, estaba temblando de miedo. Nahuel se fue tras el tipo y yo me quedé paralizada en la mesa mirando las rosas del chico.
─ es suya tómela─ ordenó el
─ no, gracias quedate con ella, creo que ya no me gustan mas las rosas─ en cierta forma era cierto lo que decía, le tenía un poquito de aprehensión, no me atrevía ni a tocarla si quiera, la empuje con los nudillos como si fuera un insecto sobre la mesa.
─ Como quiera─ dijo el con indiferencia─ tipa rara!─ murmuró el mocoso, arrebató la rosa de la mesa y se fue mirándome de soslayo.
Busque en la barra alguna mirada, el mozo que nos sirvió o alguien que pudiera cobrarme. Quería ir con Nahuel ya no tenía mas deseos de estar ahí.
Nadie me llevaba el apunté, siempre me pasaba lo mismo, en todos lados era igual, restoranes, confiterías, el bar de los cieguitos, la barra de un boliche no importaba yo siempre era la última persona a la que veían. Me puse de pie, me abrigué con mi saco verde y apareció el mozo como por arte de magia.
─ disculpe señorita, el chico es un poquito mal educado─ se excusó el mozo
─ no pasa nada─  negué yo sin muchos deseos de ahondar en el tema─ ¿cuanto es?
─ 18$─ me tendió una bandejita con un ticket.
Nahuel llegaba junto al mozo en esos momentos, le entregó un billete de veinte y me tomó de la mano  tironeándome. El también quería irse de ahí cuanto antes.
Era evidente que le había perdido de vista, un tipo con frac y galera no es algo muy común por Av. Corrientes a la tardecita pero de todas formas se las arreglo para escabullirse entre la multitud.
De vuelta a su casa lo noté muy preocupado.
Marianela estaba en casa y escuchó atentamente todo lo que había pasado.
Ella también pensaba que alguien nos estaba siguiendo. Le comentamos las razones del viaje y opinó que no podría haber llegado en momento más oportuno, que si alguien estaba obsesionado conmigo, lo mejor era abandonar Buenos Aires por un tiempo. Nos buscó unos mapas de ruta y me ofreció unas valijas muy coquetas que rechace. Yo tenía una que compartíamos con Isabel que serviría de las mil maravillas, pudiéndola arrastrar por todas partes sin temor a dañar algo tan costoso como lo que ella me ofrecía.
Salimos a la calle nuevamente y ella nos acompañó, recomendándome que no dejáramos entrar a nadie al apartamento.
─ a nadie, ni si se corta la luz, ningún electricista ni nada, llama por teléfono Nahuel o yo vamos a estar ahí en un momento.─ continuaba ella mientras salíamos del pasillo.
Me estaba poniendo nerviosa, sentía la paranoia trepando por mi espalda, asomándose el peligro por detrás de cada sombra, cada farol que se encendía, los pasos de los turistas que iban en busca del 28, el chirriar de los frenos del colectivo todo me espantaba.
En eso oigo una exclamación seguida de unos insultos a una madre que yo supuse  era la misma.
─ tu madrina que te enseño esas palabrotas!─ le gritó Nahuel
─ como pudiste…mirá lo que le hiciste al auto─ se acercó a tocar el rayón─ no lo puedo creer, sos el peor va…─ iba a decir algo pero se contuvo─ ¿y tus reflejos? ¿Me querés decir donde los dejaste?
Nahuel estaba apenado. No le respondió, miraba el piso, hurgando con un costado del zapato el borde de la baldosa.
─ ahora no te presto nada el auto!─ espetó ella con cara de enojada.
 Sorprendido el levantó su cabeza y parpadeó varias veces, inhaló de golpe, largando lentamente todo el aire con desaliento.
─ ahora voy a tener que viajar con ustedes─  anunció ella desafiando a su hermano con la mirada, el tono de voz no admitía oposición alguna─ no sea cosa que te distraigas de nuevo y me dejes sin cuñada…
─ ¿no lo dirás en serio?
─ Y porque no hermanito, es una buena idea por varias razones. Primero que nada ya tenía ganas de ver a mis hermanas, segundo que no me vendrían mal unos nuevos diseños de alta costura de Paris, Ana no puede usarlos todos, tengo que colaborar─ decía la muy pícara conteniendo la risa─ tercero que….
─ Ya basta, vos ganas!─ la detuvo el, quedando ella petrificada enumerando con sus bellísimas uñas esculpidas─ pero prepara tus cosas que mañana mismo nos vamos!
─ ¿Mañana de mañana? no. No es cierto… no serías tan cruel con tu hermanita, yo tengo que trabajar esta noche y todavía no armé mis valijas─ dijo ella con cara de preocupación
─ Ya se! Llamalo a Tony y decile que...no se, que estoy enferma, nosotras podemos toser de fondo así te creé, dale llamalo─  cambió de idea tan pronto que su hermano no llegó ni abrir la boca para contestarle.
─ ¿Y? lo vas a llamar…─ insistió ella pasándole un celular tuneado con strass  rosa.
 Meneando la cabeza Nahuel, se tapó la cara gruñendo negándose en un principio a aceptar el pequeño móvil rosa que se balanceaba frente a el pendiendo de una fina correa. Hasta que finalmente lo tomó como una rata suspendida de la cola centelleando en cada giro las gemitas rosas y fucsias con una M mega grande plateando el dorso. Arrugó su nariz en exagerada expresión de desagrado, tecleo un par de veces y lo acercó a su oído.
Le hice un guiño a Marianela, pronunciando sin sonido un “ta re-lindo” y un gesto de exquisito. Ella se encogió de hombros, respondiendo con otro guiño y una amplia sonrisa de dientes blanquísimos como los de un anuncio de crema dental.
─  ¿hola, Tony? ─ terminó de formular la pregunta y tuvo que apartar el aparatito de su oído. Al otro lado alguien gritaba como loco.
─ Si, soy yo─ respondió Nahuel, la expresión de su rostro rotaba entre el fastidió y la risa─ yo bien gracias...y ahí ¿cómo va todo?
Se oía que hablaban hasta por los codos del otro lado.
─ que bueno…¿tantos?, uyyy bueno no se que decirte, quizás mas adelante hoy no puedo…eso quería avisarte…..está engripada, no puede ir este finde.
Al otro lado del tubo Tony gritaba. El separó un poco mas el celular tapando el micrófono para que no escuchara.
─ dice que vos no te enfermas nunca y que vayas inmediatamente para allá─ repitió Nahuel─ parece que le cayo un contingente de chinos y no da abasto con las bailarinas…tomá habla con el─ le tendió el móvil.
Ella dejó caer sus brazos derrotada y subió las escaleras hacia las piezas asintiendo y respondiendo cortito, tratando de meter bocado entre el monologo continuo de su jefe. Media hora después ella se calzó los tacos, la falda tajeada y se fue sin chistar. En San Isidro un salón de baile lleno de turistas orientales la esperaba para bailar hasta bien entrada la madrugada.
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Pase lo que pase voy a publicarlo hasta el final....y si alguien me acompaña, yo feliz!
si pasas x aqui y no te desagrada tanto mi trabajo dejame aunque + no sea un saludo de aliento, porfa!
 o mejor un reto...A VER QUIEN SE ANIMA Y ME DICE DE UNA VEZ ...TU ESTILO NO ME GUSTA! ESTO NO SE ENTIENDE! ABUSAS DE LAS METAFORAS!....
ya me descargué, lo dije ahora sigan udes ....

ah! pd: si alguien quiere mas info sobre la botica del tango busquen en las puplicaciones de agosto del 2012 .." Angelitos del Tango"....



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