jueves, 7 de marzo de 2013

Tercer Capitulo: Mecha 2- 5


A lo lejos se veían ya las grandes dimensiones de un petit hotel capaz de albergar al menos una docena de turistas. Revestidas sus dos plantas en piedras romas en diversas tonalidades que no distinguí por la hora. Destacándose la oscura madera de los recios escalones y el dock que antecedía a la casa en amplia galería iluminada con la luz que escapaba por los ventanales de vidrio repartido.  Sobre el techo de múltiples aguas se elevaba en lentas contorsiones un humo gris blancuzco que convidaba entrar a la calidez del hogar.  
─  bueno, llegamos─ dijo ella deteniendo el auto delante los escalones de acceso flanqueado a diestra y siniestra por multitud de rosales tal cual lo describiera Nahuel.
─  dale bajemos que adentro esta calentito─ me animó él, mucho mas ansioso que yo.
Bajó del auto y antes que yo pudiera poner en funcionamiento mis músculos entumecidos por causas varias, el ya había descendido todo el equipaje del  baúl.

En la planta alta se descorre una cortina dejando a contra luz la silueta frágil de una muchacha que segundos después cruzaba como una sombra recortada en mil facetas como ventanitas dividían el ventanal llegando en un santiamén a la robusta puerta de cedro. Que abrió de par en par, saliendo a nuestro encuentro en pequeños saltos por los escalones que apenas sintieron el peso de la puntilla de sus pies.
─ hermanito que alegría de verte, bienvenido a casa─ le abraza con emoción
─ Anita tanto tiempo, como te extrañe─ la alzaba el del suelo girando con ella sus largos bucles dorados.
─ Ni que lo digas mentiroso, ahora veo por que te tardaste tanto, andabais pololeando por ahí picaron─ dijo ella echándome un ojo
─ A no. Polola no─ corrigió el─ novia, en Buenos Aires se dice novios.
─ Ay! Como en la canción del Luismi… pero tu también te fuiste a buscarle súper lejos, ¿como es eso?─ dijo ella clavándole una insistente mirada a su hermano a ver si se daba cuenta de presentarnos.
Pero como el no lo hacia yo intervine por mi cuenta sin ser presentada:
─ en realidad nos conocimos unos años antes en Junín de los Andes y después nos volvimos a encontrar en Buenos Aires, ¿no es cierto mi amor?
El asintió ondeando sus largas pestañas sin emitir sonido alguno.
─ Mmmm! Que intenso, una persecución, eso le despierta el instinto a cualquiera─ ronroneo ella sin apartar sus inquietantes ojos de mi, que por cierto eran de un tono mas rojizo que el ámbar de su hermano ese día.
─ Anita quiero presentarte a Mercedes, Mechi cielo ella es mi hermana mayor─ nos presento el con una timidez muy poco común en el.
─ Bienvenida Mercedes… pero que estamos haciendo aquí afuera, tu debes estar calada hasta los huesos, entremos ya de una vez, pues.
Ascendimos sin prisa los gruesos escalones empotrados en la roca llegando a la parte central de la galería donde mis pies notaron la presencia de una mullida alfombra. Sintiéndose ya la confortable calidez  escapando por la puerta abierta, prolongando las tenues luces de la sala sobre la moqueta, revelando en sus hebras de colores terrosos la violenta escena de una cruenta cacería. Un adelanto nada más de lo que a seguir estaba.
─ ¿y Tere donde anda que no la veo?─ preguntó el viendo hacia una puerta lateral donde brillaba el oscuro cuerpo de un piano de cola.
─Ya ligerito a de estar apareciendo por ahí─ respondió ella echando un último vistazo al camino antes de cerrar la puerta.
La sala en su totalidad era una exhibición de piezas de caza. Los rústicos maderos que sostenían el techo formando ángulos de diferentes graduaciones coronaban su vértice central con grandes cornamentas de ciervos colorados. Las pieles delante de la chimenea, las armas cruzadas que pendían de las paredes y los animales embalsamados dispersos por todas partes me pusieron la piel de gallina.
─ estas bien─ me susurro el frotándome los brazos.
─ Un chucho de frío nada mas, no es nada─ mentí yo disimulando mi desagrado. Aunque en el orden ascendente de mis mayores odios la cacería se llevaba el podio por lejos.
─ A mí tampoco me gusta esta sala─ me confió el susurrándome su secreto tan próximo a mi oído que me hizo cosquillas.
─ ¿Porque tardaste tanto porteñita se mudo la cochera acaso?─ salió Ana a recibir a Marianela.
El se sonrió meneando la cabeza seguramente acostumbrado al trato que se daban sus hermanas, me tomó de la mano y me arrastro con el hacia una cocina sacada de un cuento.
Bajo una pequeña arcada de ladrillos todavía conservaban una antiquísima cocina de fundición negra. Que a juzgar por las macetitas de barro sobre ella llevaba largo tiempo sin ser usada. Reemplazada seguramente por los enormes anafes gastronómicos donde una alemana de cachetes regordetes y sonrosados revolvía una humeante cacerola de latón rodeada esta de otras tres ollas de iguales dimensiones que bullían con la efervescencia de un burbujeo regular.
─ ¿no me daría un vasito de agua doñita?─ dijo el camuflando la voz como la de un caco cualquiera del bajo Buenos Aires.
La cuchara se quedo inmóvil.
─ ¿Nahuel?─ preguntó la mujerzota ya limpiándose las manos por su delantal.
─ el mismito que te sopaba los tucos con pan, gordita!─ con ese acentito dude por un segundo si era mi novio o un pololo que encontré por ahí.
─ Ay! Que diablito mas rico, como te extrañe mi niño─ corrió ella a llenarlo de besos y estrujarlo un poco entre sus grandes brazos─ pero si te pillo metiendo mano en mis cacerolas te doy- le amenazo ella con su manaza.
─ No Olguita…hoy me voy a portar bien, mire, hasta le traje un regalito de Buenos Aires, que le parece.
─ No mijito, como se va a poner en gasto por mí. ¿Que andabais haciendo por allá tan lejos?
─ No se… ir a la facultad, encontrar novia por hay …
─ faculta!…novia! …y mira que bonita que es! cuanto me alegro mijito y ella también es…
─ no, no…pero que rico huele esto! ¿Qué estas preparando de rico?─ le cambió él de tema.
─ Mmmm!?─ se quedó pensativa por un momento─ eeeh? Ah! Un caldillo de mariscos, un pastel de choclo y un relleno para empanadas no mas… aquí las chicas se toman su tesito y se van a descansar…haber sabido antes compraba un filete o algo más, no se…
─ Que dice Olga, su caldillo esta perfecto, es el mas rico de toda la región de los lagos─ la aduló el
─ Gracias mijito, y la niña Marianela también vino con ustedes?─  quiso saber ella.
─ ahí está la morocha, pero con que guardes una porción de pastel o una empanadita  para ella ya esta─ le respondió con un gesto de picotear poquito como un pajarito.
─ y vos mi morocha ¿que vas a querer un té, una empanadita, caldillo?
─ Caldillo por supuesto… ese olorcito tan rico, me trasporta a cuando era chiquita y mama me los preparaba en nuestra casita de Puerto Varas─ dije yo recordando viejos aromas- Cuando yo volvía a casa con las rodillas sucias de estar toda la mañana juntando piedritas negras a orillitas del Llanquihue con mis primas.
─ Y tú te fuiste a buscarle allá súper lejos estando aquí a la vuelta no mas─ se reía la gordita de el.
─ Y se me hacia la porteñita difícil, futura doctora también─ me calumniaba  riéndose de mi
─ ¡Que mentiroso!─ le acusé pellizcándole un brazo─ eras mi alumno, no podías venir y darme un beso como lo hiciste…
─ Cuando no esté diablito…enamorándose de su señorita…─ dijo ella como quien conoce todas y cada una de sus mañas─ y hablando de diablitos el Ignacio a de estar por llegar en cualquier momento, si pesca mis caramelitos me los come todos, pues.
─ Guarde, guarde Olguita! que ya oigo el motor del jeep.
La verdad yo no oía nada pero ella le creyó, guardando rápidamente su cajita de Lidors entre unos libros de cocina.
Pocos segundos después Teresa entraba en la sala quitándose una mantilla de la cabeza.
─  ya nadie respeta nada… hacerse pasar por un devoto de la virgen pa rapiñar en bolsillo ajeno dentro de la iglesia.¡Que desfachatez!─ despotricaba ella toda ofendida.
─ ¿Que pasó Teresa, que pasó? Otro cuento con angelitos negros…─ la voz de Ana sonaba a fastidió y cansancio.
─ Es que a veces hermanita los tiempos del señor son mas largos que los míos y habiendo tanto delincuente suelto…
─ Para, para niña…¿quién te nombró juez y verdugo? Acaso tengo que recordarte las escrituras…”no se venguen ustedes mismos, amados míos, sino dejen lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el señor”…
─ Conozco mejor que tu y que nadie cada pagina, cada columna y hasta cada versículo escrito en la Biblia─ le retrucaba la rubiecita de carita angelical a su hermana mayor.
─ Lo mismo dice el diablo─ le respondió Ana cruzándose de brazos triunfante
─ Ana! Que cruel eres, como puedes compararme─ lloriqueo ella
─ ¿Que vas a decirme Tere…que el fin justifica los medios?─ aguardó un momento pero Teresa agacho la cabeza sin contestar─ tus flaquezas no son pecados es tu naturaleza, tremenda confusión tienes en esa cabecita tuya.
─ Setenta veces siete perdona el señor Anita, y eso es bien cierto también.
─ Pues entonces te digo que se te van acabando hermanita.
─ Pero es que siempre van a estar discutiendo ustedes dos─ las reprendió su hermano poniendo fin a su contrapunto teológico.
─ Si te fueras a Buenos Aires monjita, las cosas que verías─ decía Marianela descendiendo por la escalera sorteando un escalón de cada dos─ allá no hay san expedito, ni virgen desata nudos que te salve de los chorros. Se mezclan entre los indigentes que piden en la puerta de la iglesia pispeando quien tiene celular, marca, billeteras a mano, todo. Y estate segura que antes de ver al santo ya algún punga te dejó sin celu, reloj, joyas o con un lindo tajo en la cartera.
─ Chicas, chicas por que no cambian de tema, si?─ pedía Nahuel preocupado por lo que pudiera interpretar de sus comentarios.
─  Che nene! Vos dejá todo tirado total siempre hay algún botones que te lleva las cosas al cuarto, no?─ se quejó Marianela
─ Para nosotras solo hay retos mientras que la Olguita hasta regalito recibió─ agregó Ana haciéndose la ofendida
─ Y a mí ni un beso me dio─ le reprocho también  Teresa poniendo cara de pobrecita
─ Uy Dios, Que celosas que son!, vení acá tonta─ llamó el a su hermana que corrió a sus brazos para abrazarlo y besarlo─ahora voy y les traigo sus cajitas de bombones también, no me vengan con distinciones que nunca hice! …¿el cuarto dijiste? Marianela como se te ocurre…
─ ¿Que? No me vas a decir que querían dos cuartos….¡que anticuado Nahuel!
─ Anticuado o no esa no era tu decisión─ le respondía el ya ascendiendo por las escaleras con ella pisándole los talones.
Me demoré unos minutos saludando a Teresa y subí tras ellos.
─ ma si, nene. Me imagine que dirías eso no era tan mala la idea, aparte no te vendría mal explorar un poquito tu lado humano, no? ─ le decía ella antes de llegar a la puerta del cuarto.
─ Por mí no hay problema─ acoté yo llegando tras ellos casi sin resuello.
Como objetar algo frente a las comodidades que tenía delante de mis ojos. Los dobles cortinados tan gruesos sujetos por lasos con borlas. Las lámparas de pie, de hierro negro virado como ramas de vid con sus hojas y zarcillos ramificados terminando en delicadas tulipas cónicas. El pulido parqué, la alfombra blanca y enrulada que se hundía bajo mis pies, rodeando una descomunal cama sobre cuyo espaldar colgaba un  oscuro tapiz donde un albo unicornio calmaba su sed en un fino riacho iluminado por la luna sin notar la presencia de maléficos faunos que lo espiaban ocultos en la maleza. Me costó apartar la vista de el, casi expectante al salto inminente del fauno rompiendo el espejo de agua con sus pezuñas caprinas.
 Nahuel había entrado en el cuarto contiguo decorado en tonos que iban del crudo al beige igual al otro pero sin sillones, ni cuarto de baño.
─  Lo vez, no era para hacer tanto escándalo─ le decía ella sosteniendo abierta la puerta  interna del dormitorio─ vos podes dormir allá y ella en el cuarto grande.
El no le respondió, tomo sus cosas y las pasó al otro cuarto tomando de entre ellas las dos bolsitas de Lidors.
¡Ufa! Pensé. El enarcó una ceja y se sonrojó. Mi cara de picardía lo decía todo sin ser necesarias palabras para que Marianela viendo nuestras caras se matara de risa.
─ bajamos a cenar─ invitó el carraspeando un poco.
─ ¿te molesta si me doy una ducha primero? Tengo los pies helados─ y era la pura verdad fue tanto el frío del viaje que no lograba recuperarme.
----------------------------------------------------
 Que momento! en una semanita subo el próximo capitulo, compren chocolate :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario