Nahuel
buscó en los bolsillos de su campera una tarjeta, arrastró sobre mi linda
mesita el teléfono a disco y llamó.
Digo yo…
había necesidad de arrugar la carpetita de crochet y marcar la madera como lo
hizo. A veces me daban ganas de matarlo.
─ Cabello…soy yo Drajvalts─ dijo él al oírse un
murmullo ronco al otro lado del tubo.
─ Necesito encontrarme con usted…no, es
urgente ¿hoy mismo sería mucho
inconveniente?
─ En la biblioteca─ repitió él sin mucho
agrado, últimamente prefería evitar poner los pies en la biblioteca y no tener
que enfrentar la mirada inquisitiva de los amigos de ella, en especial la de
Isabel era la que mas le dolía.
─ Yo lo espero en el subsuelo, frente a la
oficina de conexas o si le parece creo que hoy ensaya la orquesta ahí abajo en
la esquinita. Nadie va a oír de lo que hablamos─ propuso Nahuel.
─ hasta las seis lo espero ahí, después subo a
biblioteca─ respondió molesto finalizando la conversación.
─ chau, me voy─ saludó y volvió a salir.
Yo como de costumbre esperé un rato y lo seguí.
Nahuel llega a la facultad y entra por una puerta lateral descendiendo
inmediatamente unas escaleras que lo llevaban al subsuelo.
Silencio. No hay ensayo. Las oficinas ya cerraron, solo quedaba esperar.
Me quedé al otro lado del buzón mandándome mensajitos con Tony.
Eran como las cinco faltaba mucho para que subiera pero igual lo espío.
Mira hacia mí, se levanta, camina en mi dirección y se asoma al pasillo
mirando hacia la escalera. A unos metros unos estudiantes jugaban al ping pong,
la pelota repica y se va hacia el hueco de la escalera. No me vió, seguía a
otra persona. Entra donde la escalera, mira hacia arriba y asciende salteando
escalones.
Se oye un grito y cae una chica por el hueco. Muerta de espanto me
acerco al lugar donde cayó. Aun respiraba medió mareada con un temblor en una
muñeca que parecía moverse sola y la pierna
completamente girada en una posición muy fuera de lo común.
Dolía de solo verla. Levanté la vista hacia arriba y lo vi bajar.
─ lo perdí, era el mismo tipo de la rosa en el
bar─ dijo el
─ Los Inmortales─ recordé
─ cuando quise alcanzarlo la empujó.
La chica estaba volviendo en si y comenzó a gritar a todo pulmón.
─ bueno parece que no me pudo esperar sin hacer
de las suyas─ dijo una voz ronca detrás de nosotros. Y detrás de él un murmullo
de gente.
─ ¿Que dice Cabello? ¿Que hace acá? no me citó
en biblioteca acaso… Ahora lo único que falta es que tenga que explicarle esto
también…─ se enfureció Nahuel.
─ Ese es mi trabajo Dracvats, yo escucho las
declaraciones y según transcurrieron los hechos y las pruebas que haya otro
decidirá cuál es la condena─ respondió el sub comisario de operaciones
especiales.
─ Mi apellido se pronuncia Drajvalts, me
entendió Drajvalts
─ Justamente yo me preguntaba si realmente ese
es su apellido, porque verá…. lo mas normal para un mapuche, si es que usted
vivió alguna vez en la comunidad que acusa en los dados de su inscripción─ decía
Cabello que por lo visto había estado hurgando en los papeles de la facultad.
─ Tengo sangre Mapuche señor y no me avergüenzo
de ello, es un orgullo.
─ No se ofenda, es que lo que trato de decir es
que su apellido no es lo que se podría esperar para estos casos, sería mas
veraz que su apellido fuera Auquipan, Leyupan o algo similar ¿me entiende a lo
que voy, me sigue?
─ Mire Cabello usted tampoco concuerda mucho que
digamos con su apellido, no?─ señalaba Nahuel pasándose una mano por su
abundante cabello, dándole un recordatorio al sub comisario de su insipiente
calvicie.
Entre los llantos de la chica se oyeron unas
cuantas risitas que rápidamente se acallaron ante el par de ojos saltones que
giraron hincando el vidrioso celeste muñeca en los atrevidos alumnos y
compañeros propios de la federal.
─ muy gracioso, riase, es la tercera vez que lo
veo y vuelvo a encontrarlo en una situación comprometida ¿de divertido que es
nomás la empujó a la pobre chica?
Al oir las palabras del oficial ella volvió de
su vahído y lo miró a Nahuel por un instante de lo más tranquila pero al ver
sus ojos comenzó a gritar:
─ esos ojos…sus ojos, Dios mío así eran sus
ojos…─ desvariaba ella y detrás de sus sollozos afuera ya sonaba la ambulancia.
─ ¿Yo empujarla!? ¿Qué tiene usted conmigo?…me
acerque para ayudar y ahora resulta que soy culpable─ Nahuel no podía creer su
mala suerte.
─ No se, la chica esta muy asustada y no quiere
ni que se acerque a ella…¿lo ve? Con la pierna rota como la tiene trata de
alejarse de usted…
─ Por favor Cabello, usted lo dijo…esta
asustada y se golpeó por todos lados no la ve que está ida…─ se defendía
Nahuel.
─ Veremos, veremos…cuando la chica este en sus
cabales a ver que dice─ sacó su arrugado paquete de cigarrillos marrones y se
puso a fumar mientras la cargaban en la camilla─ y su noviecita no se supo nada
todavía ¿verdad?
─ De eso quería hablarle…─ comenzó el apartando
los ojos de la camilla.
─ Nos va a decir donde la sepultó, que estaban
discutiendo y la mató sin querer…
─ Como se le ocurre, yo jamás le haría daño y
no creo que haya nadie que quiera encontrarla más que yo, la extraño─ se quebraba
un poco su voz en el final.
─ Claro, claro…seguramente─ respondió el canuto
pelado ese descreyendo las palabras de mi hermano─ que casualidad, por que será
que todos los novios y/o maridos que matan a sus parejas siempre responden lo
mismo.
─ ¡Yo no la maté, ella no está muerta!─ se
sulfuró Nahuel
─ ¡Epa, epa! Cálmese…tiene los ojos inyectados,
mire que la presión alta mata, eh! Serene sus nervios─ lo calmaba el pelado y
no se equivocaba con tanta sangre nuestros ojos no eran muy claros que digamos.
Se acercan dos oficiales y Cabello les cabecea
hacia Nahuel.
─ bueno, pibe te toman la presión acá o te la
tomamos en la comisaría…dale, decidite rapidito que no tenemos todo el día…─ se
adelantó el poli mas gordo mascando chicle con la boca abierta.
─ ¿Qué cosa?─ preguntó mi hermano
─ no, no, ustedes no pueden─ gritaba yo pero
todos actuaban como si no estuviera presente
─ como le dijo el oficial…usted se va a quedar
un finde conmigo, charlamos sobre eso que quería contarme, vemos si aparece
algún testigo o se recupera la chica…no se el lunes veremos.
Se pone un policía de cada lado y lo acompañan
hasta la patrulla. Yo pido ir con ellos y me lo niegan. Revuelvo la cartera y
encuentro el DNI antes que arranque la patrulla.
─ soy su hermana─ le grité al oficial mas
próximo a la ventana.
El hizo como que no me escuchaba con el ruido
de la sirena. Abrí la primera página y señalé el apellido.
─ ¡ah! Se, la hermana─ me mira de arriba abajo
y se vuelve hacia adentro a preguntarle a Cabello─ el sub comisario quiere que
le informe que el sujeto va a ser derivado a la comisaría segunda, Perú entre
Carlos Calvo y…
─ Humberto Primo. Si, ya sé dónde queda,
gracias─ le dije al odioso canuto frunciendo el labio superior con todo el asco
que sentía por el.
─ buenas tardes señorita─ respondió y se
unieron al trafico enloquecido del crepúsculo porteño.
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cuesta despedirse de este mi primer trabajo....
y ya queda tan poco, a penas 5 o 6 entregas...
se viene el final!!! comenten, compartan!!!
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