domingo, 19 de mayo de 2013

Quinto Capitulo : Marianela 3


Llego a la comisaría y me ofrezco para declarar como testigo, terminan de redactar el acta y me echan afuera. No me fui. Me quedé en la salita de adelante estorbando el paso como por cuatro o cinco horas hasta que vino un poli muy lindo que se apiadó de mí y me informó hablando así todo bajito con su voz de tuba los pormenores del caso.
 Ahí estaban todavía. Llenando papeletas y tomándole declaración de algo que no hizo. Ya estaba todo a media cocción, habían buscado lo referente a la murga, su declaración, la de Mecha, una copia del acta de defunción de la chica, la declaración de un enfermero del Argerich y estaban esperando que les llegué el fax de Chile con los datos sobre la desaparición de Mecha…todo eso me dijo él. Me tomó de las manos y me sugirió que me fuera a casa que ya era muy tarde para que una chica linda como yo esté por la calle. Y hasta se ofreció para llevarme. Le dije que vivía cerca, le agradecí su atención y me fui. De lo contrarió con lo enojada que estaba si llegaba conmigo hasta la puerta de casa me lo cenaba. Peligrosa la noche para mi, ¡ja!...con levantes baratos a mamá, ¡por favor!

No era justo, otra vez lo estaban culpando al pobrecito que es un santo. Bueno esta bien, tal vez no sea un santo, que tal un angelito negro como dice Tere ¿eso está mejor?
Me tiré en mi sillón y me empedé con licor de ciruela para quedar inconsciente ahí y no pensar más, pero este maldito licor lo único que consiguió fue refrescarme todo otra vez. Oyendo su voz desesperada repitiendo paso tras paso su tarde triste.
El sale del hospital, acelerando el paso hasta la Iglesia donde según el quería pedirle a Dios que le ayudara a separarse de ella, que ella no sufriera, que quedara en su recuerdo como un desatino, esos riesgos que uno corre insensatamente por el mero hecho de tentar al destino. Pero no se animó, llegó hasta la fuente y ahí se quedó hasta que ella apareció. El tenía los ojos clavados en el agua de la fuente cuando la ve parada frente a él. Una dama de cabellos cenicientos vestida con un blanco camisón ondeando sus finos pliegues con el viento. Levantó la vista y la buscó pero ya no estaba. Volvió a ver el agua y la encontró igual que antes mirando hacia la gruta de la virgen con hondo pesar. De pronto giró en dirección hacia el Llanquihue y volvió la cara mirándole directamente a él.
─ pronto, corre, ¡ve con ella!....oh! no…ya es muy tarde─ sus temblorosas palabras se fueron apagando junto con una lagrima helada que surcó su mejilla y cayó desdibujando su imagen en la fuente─ él sigue haciendo dañó, nunca se va a detener, tengo que llevarlo conmigo…él tiene que cumplir su promesa…por siempre juntos dijo…por siempre juntos…─ continuó repitiendo y se desvaneció.
El saltó de donde estaba y corrió hasta el hospital pero ya era muy tarde.
Mecha no estaba por ninguna parte, su tía y su mamá creían que estaba con su abuela, su abuela la vio salir detrás de él y del personal de la clínica no se podía esperar demasiado. La secretaria de recepción había salido un momento a entregar unas historias clínicas, un camillero casi choca con ella pero no vio si salió o no del San José dijo él nombrando al hospital por su antiguo nombre. Afuera nadie ayudaba. Llamó a la estancia y llegamos enseguida. Estaba como loco, la familia de Mecha estaba muy nerviosa, la madre lloraba, su tía llamaba constantemente al celular de Mecha y las miradas, eso era lo peor demasiada presión. Cuando se alejaron un poco nos dispersamos para buscarla pero todo fue inútil solo una rosa y un opaco penique que lo llamaba desde un hilo de agua sucia junto al cordón. No pudo más y salió hecho una furia hacia la iglesia otra vez. Se acercó a la virgen y le arrojó la rosa en la cara ante la mirada horrorizada de un par de viejitas que se alejaron santiguándose una y otra vez.
Se desahogó, escupió todo junto:
─ ¿Por qué su hijo había permitido que existieran monstruos como el? ¿Dónde estaba él que nunca ve las crueldades de la tierra que él creó?...él lo hizo no es cierto, él nos condenó a una vida de eternos sufrimientos, no existe el infierno…el infierno es aquí. Viendo pasar década tras década uno a uno todas y cada una de las personas que conocimos. ¡No quería verla morir, eso era mucho pedir maldito! ¿Es que acaso su destino estaba marcado, si no era yo otro monstruo haría tu trabajo sucio?... ¡maldición!

Se quedó en cuclillas, con los puños cerrados sobre la roca de la gruta que acababa de golpear mirando la arenisca que soltaron los trozos de piedra separada de su cemento.
Oyó un murmullo de gente que se acercaba y salió corriendo hacia la orilla. Donde se quedó hasta la noche esperando que volviera aparecer su dama. Teresa le había metido en la cabeza que esa aparición podía ser su madre que consiguió escapar del Caleuche para advertirle. Que locura, pensé en aquel entonces. Pero él lo creyó, caminó y caminó por la orilla de arena negra del Llanquihue hasta quedarse dormido mirando el lago.

Un fin de semana dijo Cabello, llegó el lunes y ahí estaba yo molestando un poquito, sondeando todo cuanto pasaba en la seccional. Primero facturas y más facturas como hasta las 11. Al medio día salieron dos polis bien gorditos acomodándose el cinturón se subieron a una camioneta destartalada y se fueron. Pasaron cuarenta minutos y ahí estaban de vuelta con blancos paquetes de rotisería. Yo me pregunto ¿habrán pagado? Por la tarde circularon churros, bizcochitos y nada para la señorita que esperaba pacientemente en la salita. Ya se estaba poniendo monótono, se lastran todo los polis, ¿donde guardan tanto? Me pregunté casi llegando a las siete. En eso para otra camioneta con el logo de la reserva natural costanera sur. Se bajan un poli, un flaquito con el logo de los patitos y una jaulota que era tres veces mas grande que el pumita.
─ hey, hey! Que hacen─ los detuvo otro poli─ ¿a donde creen que van con eso?
─ Lo siento mucho pero ya no creo que haya nadie en el zoo de Lujan para recibirnos lo…─ dijo el mas flaquito con aire intelectual.
─ ¿Porque acá?…esto ya es cualquier cosa la semana pasada nos enchufaron el caballo de un carro…tres días llenando de olor a bosta el playón y ahora esto. No, no acá no se queda, eh!
Cae un patrullero sonando la sirena y bajan dos polis con unos esposados en el asiento de atrás.
─ ¡y estos! ya tengo las celdas llenas muchachos, a otra departamental, vamos!─ le hacia señas con la mano vía, vía a los recién llegados.
─ che, Bianchi tu amigo no nos deja meter el pumita, vos dijiste que si yo lo dormía vos te lo dejabas acá hasta mañana…en casa no puedo, la Mari me hecha, esta vez me hecha…─ grita el mismo flaquito con voz de pito.
─ ¿Qué te pasa Arauss que estas tan negativo?─ grita también ¿Por qué gritan tanto?─ dejalo al pibe que me vino ayudar y ni siquiera trabajaba hoy…fue una emergencia che─ lo defendió Bianchi
─ decí que tenía la escopeta y un par de dardos tranquilizantes sino todavía tenían al pumita paseando por Lezama─ fanfarroneaba el flaquito narigón
─ y que hacías vos con una escopeta en la camioneta si en ese parque ni patos quedan ya─ se burlaba Arauss
─ ¡eh! Agresión…tanta guita juntaste, que estas en el negocio de las torres, tenés algún micro emprendimiento gastronómico que querés acomodar mas cerca del río o algún yatecito para dejar en el embarcadero privado vos─ lo acusó de garca al gordo Arauss.
─ No che el jefe no es un garca…el río es de todos─ intervino un cabo que fregaba una mancha del piso y estrujaba ruidosamente el agua turbia volviendo a salpicar todo nuevamente.
─ La escopeta no es para los animales es para los meteretes que entran de noche a quemar y a pescar…es una jodita que hacemos con el gabi…los dormimos los dejamos en pelotas y amanecen gritando dentro del monumento de la Lola Mora, ja! Ja!─ se ríe Jaguie
─ ¡Che!, esta la chica─ avisa uno
─ No, por mi sigan…lo que sea por la reserva. Las visitas guiadas nocturnas eran los viernes, no?─ pregunté interesada en el paseo
El asintió tímidamente y yo le respondí con un pulgar en alto y un guiño. Suficiente para que me sonriera con todo y las alas de su enorme nariz. Un segundo después ya no les importó que yo estuviera escuchando. Por mi boca no saldría de allí, ellos confiaron y yo aproveché su camaradería para informarme.
─ bueno, ¿me vas a dejar que te explique lo del gatito o no me vas a dejar?─ insistió Bianchi
─ dale, a ver por que me tengo que comer el peludo este─ se cruzaba de brazos Arauss
─ te acordas el Circucho ese todo despintado, ese que apareció una mañana en el predio junto a la casa con ictericia─ varios voltearon a verlo enojados pero él no dio tiempo a nada y siguió─ resulta que hace un rato nos llaman al jandi de la central que recibieron una denuncia de animales peligrosos deambulando por el Parque Lezama, lo llamo a Gabi─ (jaguie para mi)─ lo dormimos y nos vamos al circo que según testigos es de donde salió…
─ ¿no era que los circos no tienen más animales?─ preguntó el cabo
─ exacto por eso fuimos…llegamos allá con una orden de allanamiento de las mías, esas que siempre tengo para no perder tiempo; y oh sorpresa, nos encontramos con una linda cocinita que no era para templarle la lechita al gatito…no, no en la camioneta tengo un montón de bidones y frasquitos con principios activos para crear estupefacientes y una lata grandota llena de pasta base. Cuando empezamos a levantar el avispero fueron saliendo los demás artistas, paso a enumerar: primer masculino: el gordo punga ese del once, el mago, dos femeninos y no: dos trabas de constitución, bailarinas y otros dos masculinos: payasos cagados de hambre pobrecitos que encontraron en algún semáforo. Los despachamos a todos y nos trajimos a los Santa Fecinos estos que de Italianos no tienen nada y eso es todo… ¿Qué les parece el Circo de los Hermanos Mollinari?
Increíble, pensé y por las caras todos pensaban lo mismo.
─ Bua…ta bien, pero te haces cargo vos, eh! Yo me lavo las manos─ le dijo Arauss e inmediatamente pasaron con la jaula.
─ encima que te consigo las botas para tu apuesta y el uniforme para tu pibe…mirá como me pagas, ¡que mal amigo que sos!
─ ¿De que apuesta che, cuenten?- se intereso otro de los polis
─ No te enteraste, el pibe de Arauss se inscribió en  prefectura para estar con su amorcito, esa que conoció en el Luna Park quedó encandilado el pelotudo con esa pollerita color caca floja…
─ ¡No! ¿no era que iba anotarse en la federal?─ preguntó otro poli que pasaba parando la oreja.
─ ¡Cht! Chito, se callan todos, soy un hombre de palabra y estoy pagando mi apuesta…y no hablen tanto, a ver si les cae el gargajo en plena jeta…¿tu hijo no esta por hacerse modisto Bianchi?
─ Quien te dijo, mentiroso…mi hijo es bien machito─ defendía su honor él que tiró la primera piedra.
─ Preguntale a su mamita quien le diseña los vestidos de quince que vende tanto─ la venganza es dulce parecía decir la cara de Arauss
─ todos a sus puestos ¿Qué es esto?─ gritó un gordo de traje que parecía un chancho del bondi.
Cada uno retomó lo suyo y se terminó el jolgorio.
Con el silencio el gordo se percató de mi presencia y me hizo pasar a su oficina. Al cuete, solo para decirme que la chica estaba grave y que lo retendrían unos días mas. Y otra vez me invitó a retirarme. Yo salía de ahí pero antes quería ver a mi hermano le dije. El cabo me llevó hasta la celda y se volvió garrote en mano a discutir a viva voz con un reo que meaba hacia el pasillo. Aprovechando el barullo me acerqué a la reja y le rogué que intentara escapar:
─ esta fácil, en serio tengo una idea para sacarte─ le dije─ ¿no me vas a decir que no podes abrir esa puerta y volverla a cerrar como si nada?…mirá esa reja…salis de ahí y te metes en la jaula del puma…
─  ¿de qué me sirve salir? el Delta es gigante, no voy a poder encontrarla─ respondió el negándose a oír mi plan.
Me fui esa noche maquinando todo lo que tenía que hacer para la mañana siguiente.
Primero que nada unos ricos Russenzopf para los amigos polis que son tan golosos.
Como siempre me aconsejaba mi madrina…”nunca digas todo lo que hagas, ni hagas todo lo que sepas, es bueno sorprender de vez en cuando”…y cocinar es una de esas cosas que nunca digo y lo hago de maravilla, modestia aparte.
Contaba con pasas y nueces de la costa para ir entrando en ambiente, solo faltaba encontrar el frasco de canela y comprar de los chinos antes que cierren un cuadradito de levadura. Una vez que reuní todo me puse hacer los rollos y a la mañana siguiente me aparecí con dos bandejas bien bañadas en almíbar, una mini extra corta y unos tacos que parecían dardos de agudos que eran.
Reservé el paquetito para mi hermano y pedí pasar a verlo. Con semejante regalo me dejaron pasar todos felices y risueños insinuando que si no le llevaba una lima para los barrotes entre la masa pero no revisaron nada. Igual solo llevaba un par de torres espirales escarchadas y una decisión a prueba de balas para convencer a mi hermano de salir esa misma tarde de allí o nunca. Pero cuando entré todo había cambiado.
El ya estaba decidido a salir.
─ la tía pasó a verme─ me dijo
─ ¿tía Raiquén por acá?
─ No exactamente acá─ señalaba él la celda hablando bajito─ la escuché. Está afuera y dice que sabe donde encontrarla
─ ¡por fin una buena!─ exclamé─ ahora escuchate otra: después del almuerzo, obviamente, cuando lleguen dos cabos nuevitos les van a enchufar la jaula en la camioneta de Bianchi y al zoo de Lujan…
─ ¿que el técnico de fútbol?─ preguntó él paparulo
─ no, nene otro poli de acá. Callate y escucha…tenes que bajarte de la camioneta en cuando esté llegando a la General Paz, yo te espero por ahí con el auto…
─ ¿y la ropa?─ buena pregunta pero ya estaba todo calculado
─ aunque no lo creas en esa camioneta hay unos borceguíes y un uniforme de prefectura, no se si te va pero roguemos que si─ crucé los dedos.
─ está todo atrás en la caja, no?
─ sí, lo comprobé esta mañana. Llegó tarde y al pasar ahí estaba todo embolsadito con las botas negras arriba.
─ ¡hecho!─ dijo él con un brillo en sus ojos
─ comé tu almuerzo, no desperdicies nada─ le dije y salí.
Nuestra suerte estaba cambiando. Y no se porque me late que los vampiros tenemos algo así como un imán para los drogones.  Adivinen quienes eran sus compañeros de celda…los hermanos Mollinari. Veamos si sabían domar fieras o no… ¡que rico!, que muchachitos deliciosos…”lastima que no los pueda compartir”…diría el del flequillito, no?
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Aqui corto el cap y aclaro x si hay extranjeros leyendo:
 Carlitos Bala, con su flequillito, sus gestitos de idea y sus dichos son y fueron un símbolo muy importante en la infancia de muchas generaciones Argentinas ;)

Quedan solo 3 entregas!!! ....yo aquí hasta en final espero tu comentario ;)



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